Está encerrado en un cubículo vidriado. Es juzgado por el homicidio del taxista Javier Bocalón, ocurrido en 2022. Puede recibir otra perpetua.
Como ocurrió en 1961 con el jerarca nazi Adolf Eichmann durante el proceso que en Jerusalén lo condenó a la horca por genocidio, este lunes con medidas de seguridad similares, se inició a partir de las 10.20 en Córdoba el juicio al múltiple asesino serial argentino Roberto José Carmona (62) por su cuarto homicidio, que puede llevarlo a una nueva condena a prisión perpetua.
Lo particular que une a ambas historias es una de las tantas precauciones que se han tomado para abrir el debate: los acusados se encuentran en un cubículo vidriado que los separa del resto de las personas que asisten a la audiencia.
La conocida imagen del “arquitecto del Holocausto” en el tribunal israelí de alguna manera se asemeja con un Carmona encerrado en un compartimento “casi blindado” que fue construido en los últimos días especialmente para que comparezca ante el tribunal de la Cámara 3ª del Crimen de Córdoba.
A las 9.30 está citado quien ya acabó con las vidas de la adolescente Gabriela Ceppi (1986) y de sus compañeros de prisión Héctor Bolea (1994) y Demetrio Pérez Araujo (1997). Ahora, el juicio es por el crimen del taxista Javier Rodrigo Bocalón, quien tenía 45 años cuando se topó con el pasajero Carmona en diciembre de 2022
Por el primero y tercero de esos asesinatos recibió dos prisiones perpetuas; por el segundo, 16 años de prisión. No obstante, ya fue declarado reincidente y tiene la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado.
Quien ha recibido duros calificativos como “monstruo” o “hiena humana”, en Argentina sólo comparte la triste fama con otro multiasesino: “el Ángel” Carlos Robledo Puch (72), quien entre 1970 y 1972 cometió nada menos que 11 homicidios despiadados. Está en la cárcel de Olmos, hace más de medio siglo que no conoce la libertad y no hay juez que se atreva a darle soltura.
Con una década de diferencia, ambos son nacidos en enero y capricornianos. Carmona tiene 62 años y hace más de 38 que está encerrado.
Sin embargo, aun en prisión ha seguido con su costumbre de matar, como lo hizo con dos compañeros de encierro y por cuestiones pueriles.
Las dos veces que estuvo en libertad -cuando mató a la joven de 16 años y al taxista Bocalón- tras los asesinatos continuó con sendos raídes delictivos, con robos, amenazas y heridas. Las dos víctimas de esos homicidios fueron muertas sin contemplación. En el caso de la mujer, fue secuestrada, se especula que violada y luego ejecutada de un disparo de arma de fuego; el trabajador del volante falleció prácticamente degollado cuando lo trasladaba mientras se fugaba de quienes lo custodiaban sin mayores cuidados
El crimen del taxista Bocalón
Se jugaba la semifinal de la Copa del Mundo de Fútbol, la siesta del martes 13 de diciembre de 2022, en Qatar. Como muchos argentinos y televidentes de todo el mundo, en barrio Las Violetas estaba un monitor encendido en la casa de la esposa de Carmona, Ángela Etudiez. El marido-condenado había llegado a visitarla desde la prisión del Chaco, como parte de un extraño régimen “interprovincial” de salidas transitorias para garantizar encuentros íntimos de pareja.
Lo había escoltado una comisión de guardiacárceles chaqueños a quienes les importó más saber qué pasaba con la suerte de Lionel Messi y sus “muchachos” que las obligaciones de su trabajo: evitar el escape del preso más peligroso de la Argentina.
Los penitenciarios chaqueños almorzaron y a la hora del partido le creyeron nada menos que a Carmona que se retiraba a dormir la siesta. Aparentemente con la ayuda de Ángela, el asesino serial huyó y tras alejarse unas cuadras abordó el taxi de Bocalón y lo atacó. Descontrolado, el vehículo chocó contra dos columnas de madera y quedó inutilizado.
Luego se sucedieron una seguidilla de episodios que el evadido emprendió para continuar su huida. Amenazó a una pareja, les robó su auto, chocó a otro vehículo, escapó de a pie, trató de robarle el automóvil a dos mujeres y finalmente la Policía lo atrapó en la vía pública. Habían transcurrido sólo dos horas y el peligroso delincuente había provocado un inmenso daño en el breve lapso en que estuvo sin custodia.
Carmona se había ido de Córdoba por razones de seguridad, después de sobrevivir a la furia asesina de compañeros de presidio en el motín de la Penitenciaría de barrio San Martín. Recluido en una jaula -la “lorera”- casi al aire libre, le encontraron mejor destino en Chaco.
Ahora, después del escape y el crimen de Bocalón, se asegura la posibilidad de retornar a Córdoba.