En épocas de intenso calor hay que estar más atentos, ya que puede pasar desapercibida y tener consecuencias graves. ¿Cómo reconocerla a tiempo y prevenirla?

 Al igual que el frío, el calor es amado y odiado por millones de personas en todo el mundo y, como todo, tiene sus pros y sus contras. En este caso, el calor se vuelve un problema frecuente para personas mayores, ya que el verano y las olas de calor golpean fuerte. Con el paso de los años, la sensación de sed disminuye y el organismo pierde capacidad para regular el equilibrio de líquidos, lo que aumenta el riesgo y activa la alerta.

En muchos casos, los síntomas no son evidentes y pueden confundirse con cansancio, presión baja o malestar general. Por eso la detección temprana es clave para evitar complicaciones que pueden derivar en internaciones.

La falta de agua en el cuerpo afecta funciones vitales como la circulación, la temperatura corporal y el funcionamiento de los riñones. En adultos mayores, incluso una deshidratación leve puede impactar rápidamente en la salud.

Además del calor, influyen otros factores, como problemas de movilidad, dificultades para acceder a líquidos o cuadros digestivos que aumentan la pérdida de agua. Por eso la atención debe ser permanente y, ante cualquier síntoma, se debe consultar al médico de inmediato.

Cinco claves para detectar y evitar la deshidratación en personas mayores

Observar cambios físicos

  • Sequedad en la boca, labios agrietados, piel menos elástica u orina oscura y escasa son señales de alerta.

Prestar atención al comportamiento

  • Confusión, somnolencia, mareos o irritabilidad pueden indicar falta de hidratación.

Controlar la frecuencia de ingesta

  • No esperar a que la persona tenga sed; es importante ofrecer agua de forma regular durante el día.

Incorporar líquidos en las comidas.

  • Caldos, frutas, verduras y gelatinas ayudan a sumar hidratación de manera segura.

Adaptar el entorno al calor

  • Ambientes frescos, ropa liviana y evitar la exposición solar en horas pico reducen la pérdida de líquidos.

Por lo expuesto, es fundamental que familiares y cuidadores estén atentos a estos signos, ya que muchas personas mayores no expresan que tienen sed o no lo perciben con claridad. Y es por eso que, ante síntomas persistentes, se recomienda consultar con un profesional de la salud para evaluar la situación y evitar complicaciones mayores; cuidar la hidratación en la tercera edad es una medida simple pero esencial, especialmente en verano, porque puede marcar la diferencia entre un malestar pasajero y un problema de salud serio.